En lo alto de las montañas venezolanas, una vibrante joya de la biodiversidad de anfibios se tambalea al borde de la extinción: el Sapito Rayado de Rancho Grande (Atelopus cruciger).
Este hermoso sapo, antaño común en las montañas del norte de Venezuela, se aferra ahora precariamente a la existencia. Fotografía de Jaime Culebras (Photo Wildlife Tours).
En Centroamérica y Sudamérica, las ranas arlequín del género Atelopus se enfrentan a una grave crisis. De las 100 especies, el 83% están clasificadas como amenazadas a nivel mundial por la Lista Roja de la UICN, y el 40% están posiblemente extintas. La pérdida de hábitat por las actividades humanas, la introducción de peces depredadores como la trucha arco iris y la devastadora enfermedad quitridiomicosis han diezmado sus poblaciones. En Venezuela, la situación es especialmente grave, siendo el Sapito Rayado de Rancho Grande la única de las nueve especies de Atelopus del país con poblaciones estables, aunque pequeñas.
A pesar de estos sombríos datos, hay un rayo de esperanza. La Iniciativa de Supervivencia Atelopus (ASI), lanzada en 2021, reúne a investigadores, conservacionistas, ONGs, zoológicos, gobiernos y comunidades locales de más de 15 países en un esfuerzo de colaboración para salvar a las ranas arlequín. En Venezuela, el Centro para la Reproducción e Investigación para Arlequines (CRIA) lidera las acciones de conservación de Atelopus cruciger.
En las últimas décadas, el hábitat del Sapito Rayado de Rancho Grande se ha reducido drásticamente, de 17.000 a sólo 80 kilómetros cuadrados. Antaño extendido y abundante, hoy se estima que persisten menos de 400 individuos reproductivos en la naturaleza, fragmentados en dos subpoblaciones aisladas. Esto llevó a su clasificación en 2019 como En Peligro Crítico en la Lista Roja de la UICN.
Margarita Lampo (izquierda) y Onil Ballestas (derecha), miembras de la ASI, han trabajado incansablemente para salvar de la extinción al Sapito Rayado de Rancho Grande. Foto de Jaime Culebras (Photo Wildlife Tours).
Miembros y colaboradores del CRIA y del Centro de Ecología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas han monitoreado la población de sapitos desde 2005, estableciendo uno de los estudios en curso más largos de poblaciones de anfibios. Los estudios de captura-recaptura y los recuentos visuales sugieren un tamaño de población relativamente estable de 50-150 individuos reproductivos en las últimas dos décadas. Cabe destacar que, a pesar de la infección por quitridiomicosis, el Sapito Rayado de Rancho Grande muestra cierto grado de resistencia, con tasas de natalidad y reproducción superiores a la mortalidad inducida por la enfermedad. Esta resistencia se debe probablemente al entorno relativamente prístino de las poblaciones restantes.
Basándose en una amplia experiencia, CRIA está trabajando con socios locales e internacionales en un enfoque múltiple. En él se combinan la investigación científica, los programas de cría en cautiverio y la divulgación comunitaria para combatir la amenaza de extinción.
La investigación científica es crucial para comprender el estado actual de conservación del sapo y desarrollar estrategias eficaces. Las colonias de cría en cautiverio sirven como poblaciones de reserva, como el Arca de Noé, para garantizar la supervivencia de la especie y proporcionar individuos para futuros programas de reintroducción. Además, estas colonias sirven como herramienta de concienciación para los visitantes, especialmente los niños. Los estudios de campo monitorean las poblaciones existentes e identifican las zonas adecuadas para los programas de reintroducción.
Las actividades incluyen la búsqueda de poblaciones perdidas en sitios históricos. Foto de Javier Mesa.
Recientes expediciones dirigidas por CRIA volvieron a visitar nueve hábitats históricos del Sapito Rayado de Rancho Grande, buscando meticulosamente indicios de su presencia durante más de 90 horas, recorriendo unos 30 km a lo largo de siete ríos. A pesar de los amplios esfuerzos de exploración, no se encontraron pruebas de la existencia de otras poblaciones. Sin embargo, el equipo documentó varias zonas prístinas con condiciones ambientales ideales para la reintroducción. Estos lugares cuentan con agua limpia, bosques sanos y una mínima perturbación humana.
El equipo también volvió a visitar la población conocida para monitorar su salud y sus parámetros poblacionales. Las estimaciones actuales sugieren una población adulta de 34-162 individuos, lo que indica una relativa estabilidad en las dos últimas décadas. La presencia de juveniles confirma además la reproducción en curso dentro de esta subpoblación.
El componente ex situ del proyecto también ha arrojado resultados prometedores. Empleando técnicas avanzadas de reproducción, el centro de cría en cautiverio ha criado con éxito cientos de renacuajos y juveniles. Esto permitió realizar ensayos de reintroducción, liberando unos 200 renacuajos en hábitats cuidadosamente seleccionados. Estos renacuajos serán objeto de seguimiento en los próximos meses para evaluar su adaptación al nuevo entorno, y está prevista una suelta de juveniles para 2025.
Renacuajos criados con éxito en el programa de cría en cautiverio. Foto de Jaime Culebras (Photo Wildlife Tours).
Además del trabajo de campo, las iniciativas educativas desempeñan un papel vital en la concienciación y el fomento de un sentido de cuidado entre las comunidades locales. Los talleres y sesiones interactivas celebrados en las escuelas locales y en el zoológico Leslie Paint difunden información crucial sobre el Sapito Rayado de Rancho Grande e inspiran un compromiso con la conservación de la biodiversidad entre las generaciones más jóvenes.
Crear conciencia ambiental entre los niños y los visitantes de los centros de cría en cautiverio es también un componente importante del proyecto de conservación. Foto de Jaime Culebras (Photo Wildlife Tours).
En última instancia, este enfoque multidisciplinar, apoyado por la financiación de ASI, el Zoológico de Indianápolis y Amphibian Ark, representa un rayo de esperanza para el Sapito Rayado de Rancho Grande. Gracias a la acción colectiva y a una dedicación inquebrantable, persiste un rayo de esperanza para la supervivencia de esta extraordinaria especie de anfibio.
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